LA FASCINACIÓN DE LOS DOLOMITAS Y DEL GRUPO DE BRENTA

Franco De Battaglia

Las montañas son espinas dorsales de un territorio -de los valles, de los pueblos, de las comunidades -, la fuerte estructura que une los diferentes miembros y su identidad. Cada lugar capaz de elaborar una cultura propia, tiene en su montaña el punto de referencia y de identidad, porque la montaña es donde se condensan las experiencias, y desde donde se expanden a la periferia. Como cuando llueve, así ocurre con la cultura. Los Alpes son el punto de referencia de la cultura tirolesa y de la del Wlaser, como los Pirineos lo son para la vasca, como los Cárpatos lo son para las regiones centro-orientales de Europa y los Tatras son el centro de Polonia. Si se quiere comprender un pueblo es necesario conocer primero sus montañas. La Italia Mediterránea, con todas sus contradicciones no se podría comprender si no nos adentramos - primero- en el áspero, atormentado, territorio de los Apeninos. Así ocurre con el Trentino, que encuentra su punto de referencia en los Dolomitas, montaña estratificada que se remonta a los arrecifes coralinos, emerge del mar, y ahora está rodeada por dos ríos que conducen al mar, el Piave en el este y el Adige al oeste, ambos confluyentes en el mar Adriático y a breve distancia uno de otro, para formar una laguna sobre la que ha surgido Venecia, una puerta hacia Oriente, pero también "puerta" hacia las montañas(del mar, de la lontananza, del mundo de Illyria, del Danubio y de los Balcanes). Los Dolomitas son una unidad geológica y humana (en ninguna otra montaña el trabajo del hombre se compenetra de forma tan estrecha con la roca, la naturaleza, suscitando en el encuentro tal explosión de leyendas, de historias, de situaciones), pero son también una propuesta de habitabilidad. El grupo del Brenta también forma parte de los Dolomitas, aunque se encuentre un poco alejado; parece como si fuese un centinela que lo custodiase y protegiese, siendo el último puesto antes del gran bastión de granito del Adamello y Presanella, delimitados por la trinchera de Val Rendena: una gran fractura geológica llamada la Linea del Giudicarie.
El grupo del Brenta es una de las más bellas montañas del mundo por la majestuosidad de sus cimas, que superan los 3300 metros (Cima Tosa y Cima Brenta tienen las cotas más altas) por la imponencia de sus paredes y por la grandiosidad de sus campanarios rocosos, el más famoso de los cuales es el Campanile Basso. Los más grandes alpinistas del mundo (basta citar los nombres de Bruno Detassis, Cesare Maestri, Ermanno Salvaterra, Giorgio Graffer, George Livanos, Pierre Mazeaud, Paul Preuss...) se han comprometido con sus montañas , escribiendo páginas gloriosas e irrepetibles en la historia del alpinismo. Por otra parte, Madonna di Campiglio ha sido a fines del siglo XIX una de las primeras estaciones alpinísticas de los Alpes, donde su escuela de montaña, aquella británica y alemana (esponsorizada por las frecuentes visitas de Sissi, la emperatriz, y de su marido Francesco Giuseppe), ha vivido encuentros y a veces desencuentros. En Campiglio, en el 1872, ha nacido también la SAT, la Società degli Alpinisti Tridentini (Sociedad de los Alpinistas Trentinos), fundada para impedir que la montaña fuera colonizada por naciones externas: lo que confirma que la montaña es verdaderamente una cuestión de identidad, si no propiamente de patriotismo. La fascinación del Grupo de Brenta no está tanto en sus paredes o en la red de senderos - muchos bien equipados y desafiantes, como el "legendario" Via delle Bocchette que lo atraviesa por la cima, aprovechando los salientes - pero mayormente en armonía con la variedad de paisajes y del concatenarse de las altas montañas con los valles que la rodean y la sostienen. El Brenta es en realidad el único grupo dolomítico que - a pesar de los cambios climáticos- presenta aún, debido a las paredes calcáreas de cálido color rosado, una presencia abundante de nieve, glaciares, lenguas de glaciar, franjas de nieve sobre las terrazas. La alternancia entre nieve y paredes dota de grandiosidad al paisaje- lo hace similar al de los Alpes Occidentales - y al tiempo lo suaviza. No hay ninguna otra montaña , tan al sur, dotada de una alternancia roca-nieve tan marcada. Otro elemento característico es el recorrido entre los dos valles que sostienen el Brenta, el Val Rendena al oeste y el Val di Non al este, y un grupo rocoso central. Los dos valles son muy diferentes entre sí ( el Rendena es una línea recta, el Val di Non abundante en altiplanos) pero lo más llamativo es la particular independencia de los valles menores, que de los mayores sobresalen por encima de sus peñas. Parecen casi las naves de una inmensa catedral y dan al grupo, áspero en la roca, una dulzura silvestre y pastoral difícilmente igualable. Este es el caso del Val de Brenta, que desde San Antonio de Mavignola alcanza por escalones y saltos sucesivos la Bocca di Brenta, que es el eje y el corazón del macizo. Recorrerla no es sólo una forma de llegar a los refugios, sino una aventura por sí misma, y al tiempo, la mejor introducción al Brenta, una forma de apreciarlo paso a paso.  Por otro lado, importante es acercarse al Val d'Algone que comienza en Stenico y llega a la Malga Movlina (sede de un antiguo duelo medieval provocado por la posesión de de los pastos en el 1066) que constituye el acceso al sector Sur del macizo y consigue reunirse después en el Val Brenta, atravesando la Valagola, caracterizada por un amable lago. Más adelante, el áspero Val d'Algone lleva al refugio homónimo, mientras del lago di Molveno vuelve a salir al Massodi y a la Bocca di Brenta (refugio Pedrotti) el Val delle Seghe, pasando bajo la imponente Croz dell'Altissimo, bajo la que se formaron los pioneros del Sesto Grado. No menos fascinante es el Valle di Santa Maira Flavona, que vuelve a salir del Tuenno, en Val di Non, y del lago Tovel, que cerca del 1964 presentaba un fenómeno excepcional de enrojecimiento de sus aguas debido a una particularísima alga que teñía el agua hasta casi parecer sangre. Es éste el reino del oso, que desde siempre puebla el Brenta (no se ha extinguido aún) pero que desde hace una década ha sido objeto de un plan de repoblamiento con el fin de traer la presencia de una decena de ejemplares. El Val Flavona termina en el paso con Grosté y se reanuda con el recorrido que se dirige a Campiglio y al Passo de Campo Carlomagno, donde se reunían los pastores y los labradores que partían para la labranza del Valle di Non, del Valle di Sole y del Rendena. Carlomagno era un lugar de fatigas, pero también de encuentro entre las familias de los valles y los pueblos diversos: Se encontraban amistades, se entonaban cantos por las noches en torno al fuego, nacían amores, y se fijaban matrimonios. En épocas más antiguas, el paso, cuyo nombre histórico era Ginevria, había vivido otros, menos pacíficos, pasajes, cuando los caballeros de Carlo Magno, con cuatro mil lanzas, según los cronistas de la época, pernoctaron en la amplia explanada antes de bajar el Rendena hasta Lago Garda y la planicie de Padana para ser atacado por Longobards de Desiderio por la espalda.
Páginas de historia se entremezclan a cada paso con los elementos naturales en el Gruppo di Brenta y es esta mezcla la que hace una montaña de todos, aunque en las exploraciones alpinísticas sea para los mejores. Recorrerlo no es difícil si se tiene presente que no se trata de un "terreno de juego" bueno para todas las estaciones, sino de una "espina" - el antiguo nombre era Spinale - que separa no sólo dos valles, sino dos mundos, en lo natural y lo artificial. El Brenta es un mundo protagonizado por la naturaleza, de cambios atmosféricos incluso violentos. Conviene ser prudente, prepararse, y acercarse poco a poco. Esa es parte de su belleza. Pero hay muchos otros lugares acogedores, paradas, refugios... No es difícil planificar un recorrido de un refugio a otro, recoger información, recibir consejo. Improvisar. Lo fascinante de unas vacaciones en el Brenta consiste también en la improvisación del que la vive, afrontándola paso a paso, de lo más fácil a lo más difícil. Y las satisfacciones no faltan, porque la misma montaña permitirá que comprendas mejor los valles del hombre y de la naturaleza creada, el trabajo que se ha plasmado en el paisaje y las tormentas atmosféricas que lo frustran. Es la montaña la que nos puede dotar de la plena dimensión del hombre que la recorre y del territorio que ocupa. Buone camminate!

 

 
 
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